viernes, 8 de mayo de 2009

Rol materno y construcción psíquica (Winnicot)



D. Winnicott , médico pediatra y psicólogo inglés, estudió psicoanálisis, trabajó con bebés y sus madres e investigó sobre las consecuencias de la “deprivación afectiva”. Se destacan de sus investigaciones, su concepción sobre el proceso de maduración  del bebé y la importancia de la tarea de la madre en éste, dando cuenta de un espacio intermedio entre los mundos interno y externo, así como una nueva mirada sobre la estructuración psíquica que incluye la comprensión de los fenómenos culturales.
Para Winnicott, el desarrollo del primer año de vida del niño es de vital importancia en la estructuración del psiquismo infantil.
Rol materno y construcción psíquica:
El  afirma que el bebé no puede adaptarse solo al entorno; necesita de un “ambiente facilitador” producido por la madre, con lo cual privilegia el rol de la madre en la constitución psíquica del niño.
Así mismo, propone al padre como sostén y protector de la diada madre-bebé y proveedor de un espacio para que ella pueda desarrollar su tarea.

                      "No existe tal cosa llamada bebé":


Dice Winnicott: “El bebé existe siempre con alguien más; una mamá que lo corporaliza, lo construye, lo invita amorosamente a vivir, la que cumple la “función materna”, que debe ser lo suficientemente buena para garantizar su salud física y psíquica”. 

Por otra parte, Winnicott asigna gran importancia al juego. Éste no es solo descarga pulsional, sino que comienza como movimiento de separación de la madre en un espacio potencial entre ésta y el bebé. Se trata de una experiencia real, donde está involucrado el yo con sus capacidades, pudiendo la excesiva estimulación, arruinar o detener el juego.
 Objeto transicional:
 Entre los 8 y 12 meses es común encontrar al niño “adherido a un objeto o juguete personal ,que generalmente es blando y suave”, que lo acompaña siempre y no comparte con nadie y con el cual se siente protegido en momentos de tensión, temor, ansiedad o al conciliar el sueño.
Winnicott, lo denominó objeto transicional, y en su libro “Realidad y Juego”, lo define así:



 ...”en el desarrollo de un niño pequeño, aparece, tarde o temprano, una tendencia a entretejer en la trama personal objetos distintos que yo; quizás un puñado de lana o la punta de un edredón, o un osito de peluche, que llegan a adquirir un importancia vital para el bebé en el momento de disponerse a dormir y que es una defensa contra la ansiedad. Este objeto blando, se convierte para él en lo que yo llamo objeto transicional. Los padres llegan a conocer su valor y lo llevan siempre consigo. La madre permite que esté sucio, pues sabe que si lo lava provoca una ruptura en la continuidad de la experiencia del bebé, que puede destruir la significación y el valor del objeto para éste”.



Este objeto transicional es, ni más ni menos que la necesidad del bebé de contactarse con el cuerpo de la madre, con sus olores. Por eso es común observarlo con el objeto contra su rostro, cerca de la nariz, indicándonos seguramente, en que medida ese objeto sustituye el pecho o el cuello blando y confortable de la madre.
Estas conceptualizaciones de Winnicot, nos alertan sobre la trascendencia que los primeros modelos de acción materna tienen sobre la constitución subjetiva del bebé y la importancia de que los mismos sean respetados, al ingresar a una institución. 
Pero también y sobre todo nos alertan sobre nuestras propias acciones concientes o no, que solemos realizar a diario con nuestros niños pequeños, desconociendo los riesgos de ellas.

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Foto:www.elbebe.com