jueves, 9 de abril de 2009

Lugar de la madre


Muchas veces es difícil para las madres saber cuáles son los límites que debe poner a su hijo y en qué momento. Básicamente la idea de castigo está errada.
Los niños no aprenden en base a castigos, el “chirlo” no es comprendido ni sirve como advertencia, aunque así muchos lo crean.
Es sabido que la recompensa, los elogios promueven conductas adecuadas, pero la reprimenda puede ser contraproducente ya que el niño puede interpretarla como falta de cariño, abandono y esto puede acarrear depresión o estrés infantil.
No se debe alertar al hijo con un posible “desamor”, sino que simplemente debe explicársele las causas por las cuales cierta actitud podría ser nociva.
Procuremos hablar con ellos, explicarles lo que está bien y lo que está mal; especialmente indagar el por qué de su accionar; ayudarlos a encontrar el camino, guiarlos desde el acompañamiento y la empatía.
Hay que tener en cuenta el juego, ya que éste es su forma de manejar la realidad, a través del juego, el niño es activo, puede decidir y hacer justicia. Como ejemplo, podríamos contar el caso del nene que habiendo sido maltratado por un mayor, luego imita esa conducta agresiva, poniéndose él en ese rol, haciéndole lo mismo a un amiguito.
El juego es fundamental para un desarrollo sano, una infancia feliz.
Debemos ser partícipes de esta actividad, aunque resulte difícil a veces tomarse el tiempo y tratar de entender, de compartir. La televisión e Internet no suplen el maternaje.
El ritmo de vida de las madres modernas con sus variadas obligaciones: además de madres, esposas, trabajadoras inmersas en un mundo capitalista que no da respiro: es duro, pero debemos comprender que la infancia es el momento cumbre en la vida de una persona, donde se forja nuestra personalidad, donde cada acontecimiento será definitivo en la conformación de un adulto sano y feliz.

“Un niño elástico, quiero decir móvil, en movimiento, un niño en el que varíen las expresiones de la boca, del gusto, de la mirada, de la atención auditiva, de los murmullos, un niño que toma, lanza, toquetea cosas, haciéndolo de acuerdo con sus propias necesidades, un niño que a medida que crece, juega a hacer las cosas que ve hacer e inventa otras; que satisface sólo las necesidades de su cuerpo, come cuando tiene hambre, se asea porque es agradable, sabe entregarse solo a sus ocupaciones pero prefiere aún más jugar con los otros niños de su edad, que se siente en seguridad cuando hace todas estas cosas, con una madre vigilante, pero no angustiada, ni demasiado severa ni demasiado permisiva, una madre que no es la esclava de su hijo y que no convierte a éste en su muñeco o en su perrito faldero, una madre que el niño ve reír, que oye cantar, que se siente feliz con otras personas que no son él mismo sin descuidarlo ni exigir más de él cuando ella ésta en compañía que cuando está sola... pues bien, ese es un niño juicioso que se desarrolla bien, un niño feliz, con alegría de vivir, que se desarrolla como debe desarrollarse, con sus particularidades propias que deberán ser respetadas.”(Dolto, F. “¿Tiene el niño derecho a saberlo todo?”. Paidos.)

Imagen : http://www.flickr.com/photos/luaidril/

3 comentarios:

Dr. Phyloel dijo...
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PsiKolibro dijo...
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Lorena Tricanico dijo...
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